Victorio Bernardo Aguirre, ex director de la cárcel de mujeres, está sospechado de colaborar con una organización narcocriminal que operaba en Paraná. Estuvo detenido, fue juzgado y absuelto, pero ahora volverán a juzgarlo.

Las estructuras del narcotráfico, desde las más grandes a las más pequeñas, crecieron subestimadas por los gobiernos, se dividieron los barrios y corrompieron el entramado social. En algunos casos las bandas exhiben también preocupantes niveles de penetración en el aparato estatal y hasta un compromiso de agentes de las fuerzas de seguridad con el tráfico de estupefacientes. Funcionarios políticos, policías federales y provinciales, gendarmes, agentes penitenciarios han sido cooptados por organizaciones narcocriminales.

Nicolás Ramiro Castrogiovanni, alias Gordo Nico, era un emergente del narcotráfico cuando fue detenido, el 18 de diciembre de 2015. Es hijo de un sargento retirado de la Policía de Entre Ríos y contaba en sus filas a un policía provincial –por lo menos–, dos agentes penitenciarios ¿y el jefe de la cárcel de mujeres? Los primeros fueron condenados.

Victorio Bernardo Aguirre, entonces director de la unidad penal femenina, resultó absuelto. El tribunal de juicio sostuvo que “no hay ninguna otra circunstancia que lo vincule con la organización” más allá del hecho de que su hermano era lugarteniente de Castrogiovanni. Pero el fiscal general José Ignacio Candioti apeló esa resolución y la Cámara Federal de Casación Penal revocó la absolución por considerar que se hizo “un análisis parcializado de la prueba”, que había elementos contundentes que permiten inferir que Aguirre colaboraba con la banda narco y ordenó realizar un nuevo juicio –con otro tribunal– que posiblemente se desarrolle durante 2019.

 

Una voz en el teléfono

El jefe de la cárcel de mujeres tenía una función específica dentro de la organización narcocriminal: por su rol jerárquico en el Servicio Penitenciario de Entre Ríos, guardaba droga en su casa, ya que se presumía un lugar insospechado. El contacto era a través de su hermano, Pedro Guillermo Aguirre, lugarteniente de Castrogiovanni.

Una de las características que tiene el narcotráfico en su modelo actual es que los cabecillas de cada organización no entran en contacto directo con la droga, no la tocan. Castrogiovanni apelaba a todo tipo de eufemismos cada vez que hablaba de drogas. Así concretaba las operaciones y su “distribuidor”, Guillermo Aguirre, era quien realizaba los traslados, primero entre los “almacenadores”, casi todos en el barrio Paraná XVI, y luego a los vendedores. Aguirre era también el encargado de recolectar el dinero de los compradores, para luego llevárselo al Gordo Nico.

A partir del 9 de diciembre, unos días antes del procedimiento en el que se desarticuló a la banda, se produjo una secuencia de comunicaciones telefónicas que expone de manera reveladora cómo funcionaba el mecanismo de distribución de los estupefacientes, a pesar de que los integrantes intentaban encriptar esos diálogos.

Ese día había llegado a la ciudad una partida de cocaína y había que almacenarla hasta su fraccionamiento y reparto para la venta. Agotados los sitios habituales de que disponía la banda para la guarda de los tóxicos, Guillermo Aguirre le sugiere a Castrogiovanni dejar un remanente en casa de su hermano Pochi, como le decían al jefe penitenciario.

Página judicial

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