Ya no saben qué medida adoptar para evitar que los ladrones entren a sus casas, y piden más presencia policial en la zona oeste de Paraná.

Hace un año que una familia vive en el barrio Cooperativa 29 Viviendas, en la zona de San Agustín de Paraná, y ya les entraron a robar cuatro veces. Invirtieron en distintas medidas de seguridad, pero ninguna resultó. Por eso, tras el robo de este fin de semana, decidieron instalar un boyero utilizado en los perímetros de campos para los animales. «Lamentablemente tengo que poner esto. Queremos que se sepa que la Policía no anda, y cuando pasan andan de a tres mirando el teléfono», dijo el dueño a UNO.

El robo que sufrió esta familia ayer a la madrugada, fue el tercero en una semana en el barrio. Habían salido a la recepción de uno de los hijos. El momento de ausencia de habitantes en la casa fue aprovechado por un ladrón: «Entró por el costado, por la casa de al lado. Saltó el portón y después a mi casa. Se llevó una garrafa y otra quedó en el portón», contó el hombre.

Cuando se estaba yendo, justo llegaba un vecino en moto y desde la esquina le gritó, el tiró con el casco y lo corrió, al tiempo que alguien llamó al 911. El ladrón huyó y a las pocas cuadras fue interceptado por un patrullero que estaba de recorrida por el lugar. El joven les dijo que escapaba de alguien que le quería pegar, pero los uniformados recibieron la información de las características y vestimenta de quien había robado en la casa, y la ayuda pasó a ser la detención del muchacho. Aparentemente, otro había logrado escapar con el elemento sustraído.

Pero lo más preocupante es cuando entran a robar con personas adentro de la vivienda. Así pasó la vez anterior cuando los ladrones revolvieron toda la casa, cuando un chico estaba allí.

«La indignación más grande es que no podés dejar a los chicos, ellos son adolescentes y tienen derecho a decidir si quieren quedarse o no. La casa está con rejas hasta arriba, con puntas y pinches. La Policía no pasa. Anoche (el día del robo) nos atendieron muy bien, cuando nos dimos cuenta teníamos tres camionetas a nuestra disposición, pero cuando necesitás que pasen, no pasan», dijo la mujer.

Ante esta situación, ayer hicieron una nueva inversión. Hace poco gastaron más de 4.000 pesos en ponerle pinches en los extremos de la reja, pero al parecer no bastó. Por eso, ahora pusieron un boyero eléctrico, que da una descarga. Tiene un sistema que corta para que el ladrón no quede «pegado», y luego conecta nuevamente. Esperan que esta vez sirva para evitar los robos.

Según lo que se pudo averiguar, se trataría de los mismos ladrones en casi todas las ocasiones. Las características físicas y hasta la vestimenta coinciden en cada caso, y siempre recurre la misma respuesta para los vecinos. «Los policías dicen que los agarran y después los largan, que los llevan a Minoridad y que le avisaron a la madre para que fuera a buscarlo», lamentó el vecino.

Parece repetirse la misma historia de siempre: la Policía culpa a la Justicia por liberar a los menores que delinquen; los jueces piden más pruebas; en el medio, los vecinos siguen expuestos a la inseguridad. (UNO)

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