Así quedó plasmado en el juicio a la banda narco liderada por Nicolás Castrogiovanni, uno de los capos en el oeste paranaense.

Lo que la Dirección Toxicología de la Policía de Entre Ríos no hizo en tres años, un grupo reducido de investigadores la Delegación Paraná de la Policía Federal lo resolvió en nueve meses.

Así quedó plasmado en el juicio a la banda narco liderada por Nicolás Castrogiovanni, donde varios testimonios refirieron que la investigación comenzó en marzo de 2015 a partir de que la Fiscalía derivó a la fuerza federal el estado de sospecha sobre el hombre conocido como «Gordo Nico», cuyo expediente había estado desde 2012 en Toxicología sin avances.

La brigada comenzó con tareas simples, como observaciones, y luego pidieron la interceptación telefónica del principal sospechoso: la línea fija que figura en la guía telefónica. Es decir, no era tan difícil averiguar este dato para profundizar la pesquisa. El martes, en una nueva jornada del juicio contra 15 imputados, donde declararon ante el Tribunal Oral Federal de Paraná el exjefe de dicha Delegación, Víctor Chanenko, quien actualmente está a cargo de la División Cibercrimen de la Policía Federal en Buenos Aires; y el oficial principal Mendoza, quien estuvo a cargo de la brigada de investigación. Ambos refirieron los pormenores del desarrollo de la causa, donde fueron descubriendo las distintas personas que actuaban junto a Castrogiovanni, y los roles que cada cual cumplía.

«El líder de la organización no es quien tiene la droga en su domicilio», dijo Mendoza, sino que delega «en distintas personas, como el que la guarda, la vende, la distribuye». Así recordó a Rodrigo Medina, un policía de la Provincia que guardaba la cocaína, con el conocimiento de estos. «Medina tenía la droga diaria, no la totalidad, y utilizaba el domicilio de sus padres como subalmacenamiento». También el uniformado recordó que aparecieron los hermanos Gómez, uno de los cuales es empleado municipal y apodan Lacho.

«Guardaban la droga y surgió que Castrogiovanni le decía ‘traeme una de 25’ o ‘de la posi’, es decir de buena calidad». Asimismo, se supo que ambos tienen otro hermano que es policía de la Provincia, pero no surgieron datos que lo vinculen con la organización narco. Extraoficialmente, UNO supo que este efectivo policial ocupa un lugar importante en la fuerza para distintas investigaciones.

Por otro lado, los testigos recordaron que en las escuchas apareció el expenitenciario Guillermo Aguirre, pareja de la agente penitenciaria Priscila Álvarez, y hermano del director de la Unidad Penal Nº 6 de Paraná, Victorio Aguirre. El primero era quien buscaba la droga al proveedor y realizaba pagos y cobros, en tanto que los otros dos tenían otros roles. Mendoza contó que en el contacto telefónico con el proveedor Ariel Pucheta, acordaban encontrarse en «el hospi», por lo que supusieron que las transacciones de ladrillos de droga la realizaban en algún hospital de la ciudad, pero nunca supieron en cuál. El juicio continuará la semana que viene con más testigos y la reproducción de escuchas telefónicas. (UNO)

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