Silvia Muñoz se acuerda de esa noche. La noche del 26 de octubre de 2016 cuando su hijo, R, se quedó a solas con ella en la habitación y le contó lo que ocurría puertas adentro de la casa del cura Juan Diego Escobar Gaviria.

Que el cura, eso le contó R a Silvia Muñoz aquella noche, cuando él, un nene, se quedaba a dormir en la casa parroquial del pueblo, Lucas González, lo llamaba el cura y lo llevaba al dormitorio, cerraba la puerta  y lo hacía acostar en la cama, y el cura se acostaba a su lado y le tocaba sus partes íntimas.

R no dijo “las partes íntimas”. Eso dijo Silvia Muñoz, aquella vez, cuando fue a los Tribunales de Nogoyá a denunciar los abusos que soportó su hijo.

R dijo que el cura le tocaba las “bolitas” y el “pitito”.

Cuando lo escuchó, dijo Silvia Muñoz aquella vez en los Tribunales de Nogoyá, no supo qué hacer, que quedó en estado de schock, y que sólo pudo abrazarlo. Que hizo eso: lo abrazó.

El 28 de octubre, dos días después, el caso ya estaba en los Tribunales: la denuncia la recibió el defensor oficial, Oscar Rossi, y las denunciantes fueron dos monjas del Colegio Castro Barros San José. Después, fueron tres denuncias más, y el 26 de abril, el cierre de la investigación penal preparatoria, y ahora, el martes 22 de agosto, el cura Escobar Gaviria sentado en el banquillo de los acusados en el Tribunal de Juicios y Apelaciones de Gualeguay.

 

¿Qué pasa ahora?

Silvia Muñoz dice que está nerviosa.

“Estoy nerviosa”, dice Silvia Muñoz. “Pero es positivo todo lo que nos espera. Este cura va a quedar preso. Tiene que quedar preso. Como mamá, yo estoy orgullosa de mi hijo. Nos hemos enterado de otros chicos más que han pasado por lo mismo, pero que no han podido denunciar, porque el cura los ha mandado a callar. Pero pienso que con esta denuncia hemos salvado a otros chicos de tener que pasar por lo mismo que pasó mi hijo. Ahora, con el juicio, nos sentimos con fuerza y con ganas de darle para adelante con nuestras hijos. De la iglesia no sé qué espero. Fue una sola vez que vinieron a preguntar, y después se ausentaron. No preguntaron por los chicos, ni por la familia. Mi marido perdió el trabajo, porque quedaba mal la empresa con lo que nosotros habíamos hecho, la denuncia al cura. La venimos pasando mal. Económicamente mal. Algún día vamos a salir adelante. Pero haciendo las cosas bien. Esto fue un gran paso que dio mi hijo, y que lo estamos apoyando nosotros. Tengo fe que vamos a salir adelante”.

 

–¿Si te lo encontrás, frente a frente, en el juicio, qué le dirías al cura?

–Si el cura reconoce que él cometió lo que nosotros denunciamos, yo lo perdono. Le haría mucho bien a nuestros hijos, a nuestras familias, que reconozca lo que hizo. Pero lo veo muy lejano a eso. Si me lo encuentro, le pediría eso, que diga la verdad. Que diga por qué nos hizo esto, por qué nos apuñaló así.

Nancy Ruiz Díaz no pensó que su hijo Alexis había pasado por lo mismo que R. Defendió al cura, pensó que todo era mentira, hasta que Alexis le dijo que todo era verdad, que Escobar Gaviria era abusador, que había abusado de él.

“Entonces a mí se me vino el mundo encima”, dijo Nacy Ruiz Díaz cuando declaró en la Justicia.

“Le pregunté si a su hermano también le había hecho algo, y me respondió que no. Que una vez estaba Alexis con el cura y pasó su hermano y el cura hizo un comentario como `qué lindo culo o culito que tiene tu hermano´ y Alexis le dijo al cura que si lo tocaba a su hermano, se le pudría todo. Por eso no quiero ni imaginarme las cosas que Alexis debe haber pasado con tal que el cura no le haga nada al hermano”.

 

Nancy Ruiz Diaz habla con una voz quieta.

“Como mamá, jamás pensé tener que atravesar por esto, y menos con un personaje así, como el cura del pueblo. Pero ahora estoy contenta que en tan poco tiempo, tanto el fiscal como la querella, hayan llevado esto tan rápido a juicio. Es una mezcla de sensaciones, angustia, alegría, tristeza, una mezcla de todo”, dice.

 

–¿Qué esperas ahora?

–¿Qué espero? Espero que se haga justicia, tanto por mis hijos que hablaron, por los otros chicos que hablaron, y por los que se callaron, y no pudieron hablar, o no se animaron a hablar. Por ese lado, espero justicia por todos. Y para que esta clase de gente, si se lo puede llamar así, dejen de existir. Que sepan que hay justicia, que hay gente que la pelea por los chicos, y que los chicos no mienten. Porque más allá de que al principio se dudó y todo, los chicos no mienten.

 

–¿Qué esperás decirle al cura?

–No sé. La otra vez, te dije que se me habían cruzado un montón de cosas por la cabeza. Ahora quiero mirarlo, que me mire, y que reconozca, que tenga el valor de reconocer el daño que les causó a los chicos. Es muy grande el daño que hizo. Pero yo quiero concentrarme en no decir nada. Creo que no le voy a decir nada. No sé, llegado el momento, no sé la reacción del cura, o las palabras que pueda decir. No quiero decirle nada. Hoy no quiero decirle nada. Solamente que me mire, y me reconozca el daño que le hizo a los chicos.

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